martes, 19 de agosto de 2008

Sesión 5: Del Imperio Persa a los rebeldes Griegos

Hoy vamos a analizar dos de las civilizaciones clásicas más importantes en la cuenca del Mediterráneo: la antigua Persia y Grecia. Los persas han sido opacados por la gloria de los griegos pero sus contribuciones a la civilización no pueden ser subestimadas. Fueron ellos quienes construyeron el primer imperio real y por tanto el primer mundo cultural unificado y podemos ver en su imperio los temas que dominaría el Mediterráneo por Roma y Bizancio hasta la llegada del Islam. Más aún, sirvieron como vínculo entre la filosofía oriental y lo que se convertiría en el occidente. Los persas trajeron el misticismo oriental al Mediterráneo y después al mundo europeo. También tuvieron una gran influencia en la religión. Muchos de los temas básicos del judaísmo y el cristianismo tuvieron su origen en Persia. La importancia cultural de los griegos no sorprenderá a muchos de ustedes. Le dieron al mundo el primer ejemplo de democracia. Introdujeron la especulación filosófica y crearon una literatura que todavía discute temas fundamentales. Por tanto, en esta sesión queremos analizar de manera conjunta tanto a griegos como persas y mostrar como ambos contribuyeron al rico mundo mediterráneo.
Comenzaré con Persia. Los persas vinieron de lo que hoy conocemos como Irán, que significa tierra los arios. Irán había estado al margen de la civilización mediterránea y absorbió a una serie de pueblos que emigraron de las estepas asiáticas. Con el paso de los años los iraníes adquirieron varias habilidades de estos pueblos nuevos, especialmente en el arte de la guerra. Irán tenía gran ventaja por su tierra ideal para la crianza de caballos que se convertiría en el fundamento de su superioridad militar. Durante el siglo sexto A.C. este pueblo bajó de las tierras altas y estableció uno de los más grandes imperios de la historia que duraría más de 1000 años. Más allá de su longevidad, ¿Por qué es este imperio tan importante en la actualidad?
Analicen el mapa. Notarán que el imperio persa controlaba el acceso a una serie de océanos, mares y ríos. Esto lo convirtió en un puente importante no solamente entre Asia y el Mediterráneo pero también entre África y lo que sería después Europa Oriental.
Pongamos este análisis amplio en una cronología básica. Generalmente la historia persa es dividida en cuatro dinastías: Aqueménida (558-330A.C.) Seléucida (323-83A.C.), Parta (247A.C.-224D.C.) y Sasánida (224-651D.C.). En esta sesión, analizaré solamente a la dinastía Aqueménida. Los seléucidas aparecerán en la próxima sesión. Analizaremos a los partos y a los sasánidos después pero un contexto limitado.
Los Aqueménidas. Necesitamos empezar analizando los orígenes de este pueblo. Alrededor del año 1000 A.C. dos tribus emparentadas los medos y los persas emigraron a lo que después sería Persia. Ambos pueblos eran súbditos de Babilonia y Asiria aunque de forma periférica. Se organizaron en clanes y practicaban una forma limitada de agricultura. Lo que haría de estos pueblos algo tan importante serían sus habilidades para montar. En la medida en los caballos y sus habilidades para montar mejoraron los medos y los persas invadieron Mesopotamia, atacando a una ciudad o pueblo antes de replegarse a su propio país. Los embates se volvieron más frecuentes durante los siglos octavo y séptimo A.C. hasta que con el despertar de Babilonia hicieron de sus habilidades ecuestres un imperio.
Para entender este proceso debemos comenzar con Ciro II (559-530), el líder de los aqueménidas. Se convirtió en rey de los persas en el año 558 A.C. y estableció su capital en una ciudad montañosa llamada Pasargadas. Para 553 A.C. había sometido a los medos. Para 548 A.C. controlaba lo que se considera como Irán. En 546 atacó el reino de Lidia, una sociedad rica que servía como puente al Mediterráneo. Desde el año 548 A.C. hasta 539 A.C. también lucho repetidas veces en Asia y Afganistán. En 539, volteó al oeste y aplastó a Babilonia. Habría podido acabar con Egipto pero no lo logró debido a una herida de guerra en 530 A.C.
El imperio de Ciro pasó a su hijo Cambises II (530-22) quien atacó Egipto y lo sometió. Sin embargo, en 522 murió y fue reemplazado por su hermano menor. Pero un miembro de la corte de Cambises, un hombre pariente lejano llamado Darío (521-486) asesinó al hermano y tomó el control. Darío se convertiría en el rey más importante de Persia pues era un poderoso líder militar. Bajo sus órdenes las tropas persas extendieron el imperio tan lejos como el Indo, Tracia, Macedonia y alrededor del Mar Negro. Pero lo que en realidad hizo importante a Darío fue el desarrollo de un gobierno imperial. Su imperio controlaba una gran cantidad de territorio y pueblos. ¿Cómo lo logró? Primero, construyó una nueva capital a la mitad del imperio llamada Persépolis que se convertiría en el centro administrativo. Juzgando simplemente por las ruinas de la ciudad, debió ser un lugar muy impresionante. Darío dividió el imperio en 23 satrapías cada una encabezada por un sátrapa. Los sátrapas regularmente eran persas pero de vez en cuando escogían a los nativos. Para asegurar la lealtad de los sátrapas Darío nombró funcionarios militares diferentes de los funcionarios hacendarios para cada satrapía. Para mantener la honestidad de los funcionarios, creó inspectores viajeros que pudieran auditar a cualquiera en cualquier momento. Estos funcionarios eran descritos como “los ojos y oídos del Rey”.
El fundamento administrativo del imperio era sólido pero además de ello tenía otras dos virtudes. Primero, era relativamente tolerante. Al rey sólo le importaba que se pagaran los impuestos. No interfería en asuntos locales, especialmente en los asuntos religiosos. Por ejemplo, después de que Darío aplastó a los babilonios, permitió que los hebreos reconstruyeran su templo en Jerusalén, lo que le es agradecido ampliamente en el Antiguo Testamento.
Más aún, también asumió guises locales como rey. Por ejemplo, en Babilonia no era persa sino babilónico. Segundo, instituyó políticas inteligentes en materias financiera y legal. Darío fue un gran codificador lo que unificó al imperio y estableció moneda estandarizada, una innovación de un pueblo llamado Lidio. También construyó caminos y estableció servicios de correo.
El espíritu detrás de estas políticas se disipó bajo el sucesor de Darío, su hijo Jerjes (486-465 A.C.) Jerjes era un rey completamente persa e impuso valores persas a sus diversos súbditos. Fue especialmente enérgico en Mesopotamia y Egipto y por ello constantemente tenía que aplastar revueltas. Su más gran de problema vino de la región grecoparlante del Egeo, que incluía a la Grecia moderna así como a la región costera de Anatolia y sus islas circundantes. Los persas habían adquirido varios súbditos griegos por medio de la conquista de Anatolia. Los griegos estaban en todas partes y la parte noreste del Mediterráneo por razones que discutiremos después. Jerjes heredó el problema de los griegos a través de Darío. Darío ya había perdido una batalla importante contra los griegos y Jerjes no lo haría mejor. Analizaré estos eventos en la próxima sección. Sin embargo, en este momento quiero regresar brevemente a una de las contribuciones culturales de Persia que mencioné al principio de esta sesión.
Aunque el arte y la cerámica persa se difundieron por todo el imperio y ejerció gran influencia, quiero concentrarme en las ideas religiosas. Persia se convirtió en una zona religiosa influenciando al budismo, judaísmo, cristianismo y a una religión llamada maniqueísmo. Lo hizo por medio de una religión local llamada zoroastrismo, que toma su nombre del maestro religioso llamado Zoroastro (c.628A.C.-c.551A.C.). Puede ser que no hayan oído antes el nombre de Zoroastro antes pero es posible que lo hayan oído bajo el nombre de Zaratustra. Zoroastro representa otro momento en el interés Mediterráneo de un Dios Supremo ya que argumenta que había un Dios Supremo llamado Aura Mazda y que él era su profeta. Aunque afirma que hay otros dioses menores, en sus himnos dedicados a otros dioses Zoroastro desarrolló lo que se convertiría en el elemento principal de su religión: el énfasis en la cultura moral en el mundo. El universo de Zoroastro era esencialmente dualista, Aura Mazda luchaba constantemente con el dios del mal Angra Mainyu. A pesar de ello, el bien prevalecería al final y el día del Juicio Final vendría al mandar a las personas al Cielo o al Infierno. La fascinación con la moralidad y el juicio así como la noción de que el bien prevalecería al final tuvieron un gran impacto en la escatología judía y cristiana. Para aquellos de ustedes interesados en este tema pueden consultar los libros de Daniel en el Antiguo Testamento, quien sostiene que las personas serán recompensadas o castigadas por sus actos aquí en la Tierra. Con ello, necesitamos detenernos y cambiar de tema a los griegos, aunque los persas merecen más tiempo.
Los antiguos griegos ya tenían una larga historia antes del conflicto con los persas. Tan pronto como el año 2200 A.C. grupos de gente indoeuropea y grecoparlante entraron a lo que hoy es Grecia. Para 1600 A.C. estos pueblos comerciaban con los minoicos y adoptaron el alfabeto lineal B. Para 1450 A.C. estos pueblos construyeron fortalezas y muros para proteger sus ciudades. Uno de estas fortalezas está en la ciudad de Micenas de donde viene el nombre de civilización micénica. Alrededor del año 1200 A.C. los micénicos lucharon y ganaron la guerra con una ciudad en Anatolia llamada Troya. Un siglo después vendría una ola de migraciones que acabaría con esta civilización y los siguientes tres siglos de caos.
Alrededor del año 800 A.C. surgieron los perfiles de una nueva civilización. Aunque basada en la civilización micénica, esta nueva civilización tenía sus propias características y una de ellas fue el surgimiento de una literatura nacional. Esta literatura comenzó con la Iliada y la Odisea, poemas que estaban basados en la batalla micénica con Troya. Escritos al rededor del año 800 A.C., estos poemas se convirtieron en el fundamento de la identidad griega. Sin embargo, esta identidad se contrapone con el surgimiento de una institución única: la ciudad-estado.
Había muchas variaciones institucionales. Algunas ciudades eran democracias, otras monarquías y otras tiranías. Cada una era un asentamiento pequeño, fuertemente tejido y muy orgulloso de sí. Este orgullo local es importante porque aunque la gente en estas ciudades-estado se definía por medio de la épica de Homero, también definían lo que no eran por medio de otras ciudades-estado. Lo que obtenemos es un bloque argumentativo listo para voltear a ver al de junto como enemigo. Otro aspecto importante estos estados pequeños es que tenían que permanecer pequeños. El suelo griego no es fértil y las ciudades-estado lidiaban con problemas de población al fundar colonias, particularmente en la Jonia.
Por tanto, podemos ver la característica principal de la historia antigua de Grecia. Los griegos se entendían a sí mismos por medio del conflicto, ya sea por el conflicto con Troya o el conflicto posterior con los persas. Una vez que el enemigo se había ido, volteaban a verse, despedazando su poder y sucumbiendo ante otro imperio. Hablaremos más de esto la próxima vez. Por ahora, continuaremos con los griegos y los persas.
La conquista de Lidia por parte de Ciro trajo a un huésped de las colonias griegas al reino persa. Las ciudades-estado griegas valoraban su independencia y sólo después de 46 años, los griegos jónicos se levantaron contra los señores persas en lo que hoy se conoce como la Revuelta Jónica (500-494 A.C.) Atenas y otras ciudades griegas enviaron ayuda militar, en gran medida por un sentido de afinidad cultural. Darío sofocó la rebelión en 494 A.C. pero no le gusto que se entrometieran y para 492 A.C. mandó a sus tropas a Grecia para que enfrentaran el castigo.
Desafortunadamente, una tormenta hundió a la flota entera. Pero Darío reagrupó sus tropas y juntó a un ejército de 25,000 hombres, que llegaría a Grecia y que enfrentaría a un ejército ateniense en una gran planicie llamada Maratón. 10,000 atenienses y 1,000 plateos enfrentaron al poderoso ejército persa. Después de la derrota, los persas regresaron a casa pero este fue un momento importante para los griegos porque comenzaron a tener un gran sentido de sí como un pueblo único y juntas, muchas ciudades-estado griegas comenzaron a arrasar a los persas.
El sentido griego de un fin común probó ser esencial cuando los persas regresaron bajo Jerjes. En 481 A.C. Jerjes preparó un gran ejército para lidiar con este pueblo irritante. Los griegos aprendieron del inminente ataque y se organizaron para la defensa conjunta. Esparta estaba a cargo del ejército y Atenas de la armada. No sabemos qué tan grande era el ejército persa aunque Heródoto dijo que era de aproximadamente 100,000 hombres. Probablemente esto era una exageración. No obstante, los griegos lucharon de forma heroica.
En 480, un ejército espartana de 7,000 hombres comandado por el general espartano Leónidas defendió el paso angosto de las Termópilas contra un ejército persa enorme y lucharon hasta el último hombre. Por su parte, los atenienses atacaron a la gran armada persa y bajo el liderazgo del ateniense Temístocles los derrotaron en Salamina.
Esta fase del conflicto grecopersa acabó en 479 con una batalla terrestre en Platea y otra naval en Micele. Los persas nunca amenazarían después a la Grecia continental. Una paz final fue firmada en 449 A.C. Dos cosas son importantes aquí. Primero, con la victoria sobre los persas, los griegos obtuvieron un extraordinario sentido de sí mismos. Imagínense cómo este grupo de personas debieron de haberse sentido al derrotar al imperio más grande del mundo. Segundo, algunos griegos respondieron a la amenaza persa al construir su propio imperio. Los atenienses fundaron la liga de Delos que dio origen a una serie de eventos que analizaré en un momento.
No es exagerado decir que la victoria sobre los persas originó uno de los florecimientos culturales más importantes en la historia universal. Gran parte de este florecimiento se centraba en Atenas, la ciudad-estado que había ganado la mayor confianza derivada de la victoria y se había vuelto bastante rica por medio de la liga de Delos. Entre los nombres que podemos encontrar está el académico Heródoto (490-425) el primer historiador del mundo y a Tucídides (450-399) quien es probablemente el primer politólogo. También encontramos dramaturgos como Esquilo quien luchó en la batalla de Maratón y muy probablemente fue testigo de la batalla de Salamina. La gran trilogía de Esquilo, Agamenón, traza el camino al poder, la traición y la retribución pues Agamenón es asesinado por su esposa Clitemnestra, quien es asesinada a su vez por el hijo de Agamenón, Orestes. Por su puesto, debemos mencionar a Sófocles (496-406/5) quien nos dió al inmortal Edipo Rey. Y está Eurípides (485-406) de quien su mejor obra es probablemente Medea, que es acerca de una hechicera que mata a sus propios hijos porque la rechazaron.
Del lado más suave está el escritor Aristófanes (455-385). Su obra famosa es Lysístrata, una comedia amarga en la que las mujeres de Grecia se ponen de acuerdo para no tener sexo con sus esposos hasta que dejen de luchar una guerra terrible. En política, el hombre más importante es Pericles (495-429) de quien la oración de su funeral ofrece una visión tanto de la arrogancia como de la grandeza que caracterizaba a los griegos. Y en filosofía tenemos a Sócrates (470-399) y su estudiante Platón (427-341) quien filosofó sobre la naturaleza del conocimiento y su deber.
Vemos en la antigua Atenas el desarrollo de una gran literatura que propone grandes preguntas. ¿Cómo es que la gente encuentra su lugar en la sociedad? Como se ve en Antígona, ¿cómo equilibra uno entre el honor y la familia? Tenemos aquí a personas destacadas, llenas de orgullo y autoconfianza explorando quienes son. En el proceso, han propuesto preguntas fundamentales que aún tenemos que contestar, y a las que todavía se argumenta. Pero necesitamos analizar una tensión básica que he mencionado antes. Aunque los griegos pensaban y escribían de manera audaz, seguían siendo personas de provincias, celosas de los demás y siempre deseosos de comenzar una guerra.
El ejemplo clásico de este faccionalismo es la Guerra del Peloponeso (431A.C.-404 A.C.) Esta guerra tuvo sus orígenes en la respuesta ateniense a las Guerras Médicas. Después de expulsar a los persas, los atenienses fundaron una organización de defensa llamada la liga de Delos, en la isla de Delos y varias ciudades pagaban un fondo para la defensa mutua. Desafortunadamente para los miembros más pequeños, esta liga rápidamente se convirtió en un imperio financiando a una gran armada ateniense y un programa de obras públicas. La armada reforzó la autoridad de Atenas sobre los miembros y el programa de obras públicas construyó la Acrópolis, cuyo componente central es el asombroso Partenón.
Como resultado del éxito de la liga en despojar a ciudades más pequeñas, Atenas creció económicamente y se volvió poderosa. Otras ciudades la veían con recelo, especialmente Esparta, y en 431 A.C. se desató la guerra entre las dos. No puedo abundar en detalles pero la guerra terminó en 404 A.C. con la derrota de Atenas y casi el colapso de Esparta. El resultado al final fue que Grecia quedó agotada y a su gente la veían con sospecha. Por tanto, cuando un nuevo peligro externo vino del norte, estaban imposibilitados para defenderse. Durante el siglo cuarto A.C. el alguna vez provincial reino de Macedonia se cambió a Gracia y estableció el foro para una de las más memorables cruzadas de la historia humana. Hablaremos más acerca de ello la próxima vez.

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